Qué raro llegar a los veintiséis

Aunque parezca una broma, una tontería, que raro ha sido darme cuenta hoy que estoy transitando el vigésimo sexto año de mi vida. Nunca pensé que llegaría.

Es casi triste leer eso pero no le quita verdad, me han pasado tantas cosas por las que podía renunciar a la suscripción anual a la vida que aún me sorprendo de no estar en un sitio mejor. Pero ya este es mi sitio, ya es un mejor sitio.

Puede que haya olvidado todo lo que ha pasado gracias a la memoria selectiva y el tiempo que cura trayendo perspectiva, que haya perdido el foco de toda tristeza o simplemente que ya no me interesa pero si me da por recordar me asombro de todos los demonios que he tenido que tirar hacía el infierno: a veces me he quemado con ellos, otras sinceramente, no me acuerdo.

Lo que quiero decir con todo esto, la conclusión que quiero con todo este de palabras armamento formar es: todo va a pasar. Y se sobrevive.

A veces sales más fuerte, otra veces sales más loca pero lo cierto es que salir, sales. A veces sales feliz, temerosa, ansiosa, sin un duro, con mucho dinero, con una buena historia que contar o con una malísima pero al menos divertida.

Confía en todas estas palabras y ten fe de que saldrás hacía delante, no hay motivos para pensar que te va a ir mal eternamente. Lo cierto es que te va a ir muy bien.

En definitiva, después de tanto (que no pienso contar) puedo asegurar que nunca pensé que llegaría a mis veintiséis con vida y también voy a expresar tanto en público como en privado que estoy orgullosa de no haber tirado la toalla en ningún momento de la misma. Ha sido duro, es un post corto pero puede que tenga más sentido que ninguno: el hecho de seguir viva a pesar de haber casi muerto, de haber querido morir en varias ocasiones, es un triunfo.

Brindem per això!

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